Cada 21 de septiembre, se celebra anualmente en todo el mundo el Día Internacional de la Paz. La Asamblea General de Naciones Unidas ha declarado esta fecha día consagrado al fortalecimiento de los ideales de paz, tanto entre todas las naciones y todos los pueblos como entre los miembros de cada uno de ellos.
El Día Internacional de la Paz fue establecido en 1981 por la Resolución 36/67 de la Asamblea General de Naciones Unidas para que coincidiera con la sesión de apertura de la misma, que se celebra anualmente el tercer martes de septiembre. El Día de la Paz se conmemoró por primera vez en septiembre de 1982.
En 2001, la Asamblea General aprobó por unanimidad la resolución 55/282, que estableció el 21 de septiembre como un día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial. La ONU invita a todas las naciones y pueblos a que cumplan una cesación de hostilidades durante todo ese Día y que sea un día dedicado a conmemorar los ideales de paz de cada pueblo y cada nación. Para ello hay que trabajar para el desarrollo social y económico de los pueblos, en muchas facetas: pobreza, hambre, salud, educación, cambio climático, igualdad de género, agua, saneamiento, electricidad, medioambiente y justicia social.
Las bases para la celebración de este Día Internacional de la Paz están en la Declaración Universal de los Derechos Humanos que en su artículo Artículo 3 dice: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona“. Aunque no especifica la palabra “paz”, estas palabras sentaron las bases para la libertad, la justicia y la paz en el mundo.
El tema establecido por UN para 2021 es “Recuperarse mejor para un mundo equitativo y sostenible”. Celebra la paz. Difunde compasión, bondad y esperanza frente a la pandemia para que todos nos recuperemos mejor.
Argentina adhirió a esta celebración mediante la Ley 26819 de noviembre de 2012 y la Provincia de Santa Fe por Ley 13575 de octubre de 2016.
La Ley Nacional 26819 autoriza a izar la Bandera de la Paz, en los edificios públicos pertenecientes a los tres poderes del Estado nacional, de las provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y en los establecimientos escolares públicos y privados de todo el territorio nacional. Además insta a las universidades nacionales y las escuelas, de gestión pública o privada, de cualquier nivel educativo, a incorporar la temática de promoción de la paz en su quehacer docente, así como realizar actividades destinadas a conmemorar el “Día Internacional de la Paz” cada 21 de septiembre.
La Bandera de la Paz que la ley argentina autoriza a enarbolar son tres esferas de color magenta, formando un triángulo equilátero con el vértice hacia arriba, rodeadas por un círculo del mismo color sobre fondo blanco.
Su iniciador fue el artista, abogado, antropólogo, escritor, pero sobre todo tendedor de puentes entre culturas, Nicholas K. Roerich, quien escogió este antiquísimo símbolo de Unidad y Paz, por su significación y aceptación universales, ya que aparece en casi todas las culturas y religiones, y es respetado por todas ellas.
Fue reconocido como tal por los 21 países de América que constituían la Unión Panamericana, los cuales el 15 de abril de 1935 firmaron en la Casa Blanca en Washington el Pacto Roerich para que ese símbolo sea enarbolado en todos los monumentos históricos, museos, instituciones científicas, artísticas, educacionales y culturales, a fin de identificar los mismos como patrimonio cultural de los pueblos y que sean por lo tanto respetados y protegidos en tiempos de guerra como de paz. Decía Roerich: “Donde hay Cultura hay Paz, donde hay Paz hay Cultura”.
Ese Pacto fue firmado en 1935 cuando comenzaban a resonar nuevamente los tambores de la guerra, fue un intento en pos de detenerla. Hoy estamos inmersos en un mundo con un alto componente de violencia y de conflictos, pero también nutridos por los avances de la ciencia que nos enseña cómo podemos resolver esos conflictos de manera constructiva, viendo en ellos una oportunidad, una posibilidad de crecimiento si los abordamos debidamente, para ello debemos entrenarnos, capacitarnos pero en primer término hacer espacio en nuestras mentes al hecho de que podemos y nos merecemos como humanidad vivir mejor, haciendo viva la frase de Gandhi: “Tú debes ser el cambio que quieres ver en el mundo”.
Tenemos ejemplos a seguir que nos confirman que no es una utopía construir una Cultura de Paz. Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Martin Luther King promovieron cambios que trascendieron los límites de sus propios países, ¿por qué no nosotros? Desde nuestro simple accionar en cada día de nuestras vidas, preguntándonos: ¿Esto que yo hago –o voy a hacer- contribuye a la paz o a la violencia, se encuadra en la Cultura de Paz o en la Cultura de Guerra?
Entre todos podemos hacer de esta humanidad una construcción colectiva, donde todos tengamos oportunidades y un espacio a ocupar dignamente, en pos del mayor bien para el mayor número, en pos de un mundo mejor.